La Ruta del Románico en la Montaña Palentina
En nuestro camino hacia Cervera de Pisuerga, hicimos una parada para comer en Tórtoles de Esgueva, un pequeño pueblo burgalés que guarda una joya patrimonial: la Posada Real Monasterio de Tórtoles de Esgueva. Este alojamiento rural, ubicado en un antiguo monasterio benedictino del siglo XII, ha sido restaurado con esmero por sus propietarios, respetando la estructura original y dotándolo de todas las comodidades actuales.
Nos recibieron con una visita guiada por el recinto, que conserva elementos arquitectónicos de gran valor: la ermita románica del siglo XII, origen del complejo; la iglesia del siglo XVII; la fachada cisterciense de la sala capitular, del románico tardío (siglo XIII); y el claustro ajardinado, donde aún brota la fuente de la ictericia, cuyas aguas eran vendidas por las monjas con supuestos poderes curativos.
Tras la comida, retomamos la ruta hacia Palencia, con destino final en la Montaña Palentina. Pero antes, hicimos una parada en Aguilar de Campoo para visitar otra Posada Real: Santa María la Real, ubicada en el antiguo monasterio premostratense del mismo nombre. Este complejo fue rehabilitado por la Fundación Santa María la Real, que inició su recuperación en 1985 mediante una escuela taller que trabajó durante años hasta devolverle su esplendor.
Las habitaciones se encuentran en las antiguas caballerizas, mientras que los monjes vivían en la planta superior, aprovechando el calor generado por los animales. Hoy, este alojamiento rural ofrece experiencias únicas como visitas nocturnas a iglesias románicas iluminadas y recorridos teatralizados por el monasterio. El claustro, declarado Monumento Nacional en 1866, sufrió el expolio de sus capiteles en el siglo XIX, muchos de los cuales se encuentran hoy en el Museo Arqueológico Nacional y en el Fogg Art Museum de Harvard. En sus esquinas aún se aprecia la inclinación de las columnas provocada por el terremoto de Lisboa de 1755.
Tras nuestra visita a Aguilar de Campoo, nos dirigimos al Parador de Cervera de Pisuerga, enclavado en plena naturaleza, con vistas al embalse de Ruesga y a los picos de la Montaña Palentina. Este alojamiento, rodeado de bosques y senderos, es ideal para descansar y disfrutar de la gastronomía local. En su restaurante, con grandes ventanales abiertos al paisaje, degustamos platos tradicionales como el lechazo churro asado, la menestra palentina y la tarta de manzana reineta. El ambiente acogedor y el trato del personal hicieron de esta parada una experiencia memorable.
Por la tarde, nos adentramos en el Páramo de La Lora, en el término municipal de Revilla de Pomar, para visitar la Cueva de los Franceses, una cavidad de origen kárstico con un recorrido de más de 500 metros. Su nombre proviene de un episodio de la Guerra de la Independencia en 1808, cuando los cuerpos de soldados franceses fueron arrojados por la sima tras una batalla en la zona. La visita, siempre guiada, permite admirar estalactitas, estalagmitas y coladas iluminadas con un moderno sistema ambiental. El acceso se realiza a través del edificio “La Roca”, que alberga una exposición sobre el entorno geológico y natural de la Montaña Palentina.
Actualmente, la cueva se encuentra cerrada temporalmente por obras de adecuación y mejora, pero se puede consultar su reapertura y realizar reservas llamando al 659 94 99 98.
Tras la visita a la Cueva de los Franceses, nos dirigimos hacia uno de los grandes hitos de la ingeniería civil de la Ilustración española: el Canal de Castilla. Este ambicioso proyecto del siglo XVIII pretendía unir la meseta castellano-leonesa con el mar Cantábrico, facilitando el transporte de mercancías. Aunque no se completó como se había planeado, hoy en día es un recurso turístico de gran valor, declarado Bien de Interés Cultural.
En concreto, visitamos la 6ª esclusa, perteneciente al ramal norte entre Alar del Rey y Herrera de Pisuerga. Restaurada y acondicionada para la navegación, esta esclusa nos permitió embarcarnos en el barco Marqués de la Ensenada, en un paseo tranquilo y sosegante que nos mostró la belleza serena del canal y su entorno natural. A lo largo del recorrido, observamos las antiguas edificaciones que bordean el canal, como en la 4ª esclusa, donde el viejo edificio de la central eléctrica y los edificios adyacentes han sido rehabilitados como Casas Rurales La Cuarta Esclusa y El Canal, integrando patrimonio y alojamiento rural.
Finalizado el paseo, nos dirigimos al Monasterio e Iglesia de Santa María de Mave, una joya del románico palentino de principios del siglo XIII, construida sobre una iglesia visigoda citada ya en el año 754. La iglesia, de planta basilical con tres naves y triple cabecera, conserva una impresionante cúpula semiesférica sobre el crucero, sostenida por trompas que permiten el paso de planta cuadrada a octogonal. En su interior se proyecta un audiovisual sobre la bóveda del altar, donde se recrean las pinturas que podrían haber decorado el templo desde la época románica hasta el barroco.
A continuación, visitamos el antiguo monasterio, hoy convertido en alojamiento rural y restaurante: el Hotel Convento de Mave. Este establecimiento ha sabido conservar el carácter monacal del edificio, ofreciendo una experiencia de descanso en un entorno histórico. En su restaurante disfrutamos de una cena que combinaba tradición y calidad, con productos locales y recetas castellanas reinterpretadas con gusto.
A la mañana siguiente nos embarcamos en una emocionante aventura por el Parque Natural Fuentes Carrionas y Fuente Cobre, un espacio protegido de más de 78.000 hectáreas que alberga algunos de los paisajes más espectaculares de la Cordillera Cantábrica. A bordo de vehículos todoterreno 4x4, recorrimos la conocida Senda del Escultor, un itinerario que combina arte y naturaleza, donde diversas esculturas emergen entre robledales y praderas, marcando el camino con un aire casi mágico.
El trayecto nos llevó hasta el paraje de “Los Castillos”, una formación rocosa que recuerda torres medievales, y desde allí, a pie, ascendimos hasta el Mirador de la Solana, situado a 1.550 metros de altitud. Desde este punto privilegiado, se desplegaba ante nosotros una panorámica impresionante de la Montaña Palentina, con sus picos afilados, valles profundos y bosques que parecen no tener fin.
Continuamos la jornada con una visita al Robledal de Monte Ciruelo, hábitat natural de especies emblemáticas como el oso pardo y el lobo ibérico. Aunque no tuvimos la fortuna de verlos, sí pudimos observar con prismáticos a los bisontes europeos que se reproducen en una finca del parque, perfectamente adaptados al entorno. Esta iniciativa de conservación ha convertido la zona en un referente de biodiversidad y turismo sostenible.
Nuestra siguiente parada fue en Herreruela de Castillería, una de las pedanías más auténticas de Cervera de Pisuerga, enclavada entre bosques y arroyos. Este pequeño pueblo, rodeado por la Sierra del Cueto, conserva el alma de la España rural: casas de piedra, una iglesia dedicada a San Miguel con espadaña gótica y portada de transición, y una atmósfera que invita a la pausa.
Entre sus curiosidades, destaca el famoso tractor rosa, convertido en inesperado atractivo turístico, y lo que posiblemente sea el último Tele Club en funcionamiento de España. Allí, como antaño, nos tomamos una cerveza en un ambiente que parecía detenido en el tiempo, recordando los días en que estos espacios eran el centro neurálgico de la vida social del pueblo.
Tras la visita a Herreruela de Castillería, nos dirigimos hacia San Salvador de Cantamuda, cabecera de la comarca de La Pernía. Este pequeño pueblo, rodeado por la imponente Montaña Palentina, conserva una de las joyas del románico castellano: la Colegiata de San Salvador, construida en el siglo XII sobre una iglesia visigoda. Su espadaña de tres cuerpos, su ábside semicircular y sus capiteles decorados con motivos vegetales y animales nos hablan de un pasado monástico de gran relevancia. En su interior, la luz tamizada por los ventanales crea una atmósfera de recogimiento que invita a la contemplación.
Desde allí, tomamos rumbo hacia Perazancas de Ojeda, una localidad que sorprende por su riqueza patrimonial. Visitamos la Iglesia de la Asunción, con su portada románica decorada con una orquesta de 16 personajes esculpidos en la arquivolta, y el ábside semicircular con arcos trilobulados que custodian la pila bautismal. A las afueras del pueblo, se alza la Ermita de San Pelayo, construida en el siglo XI por el abad Pelayo. Este templo, de estilo románico lombardo, conserva pinturas murales del siglo XIII que representan escenas del martirio del santo. La inscripción en el muro norte, fechada en 1076, nos conecta directamente con los orígenes del edificio. En el antiguo edificio de las escuelas, hoy convertido en Museo Etnográfico, descubrimos la historia agrícola y pastoril de la zona, con especial atención a la producción de patata, producto estrella de la comarca.
Continuamos hacia Camasobres, un pueblo de apenas una docena de habitantes, situado a 1.204 metros de altitud. Aquí visitamos la Iglesia de San Pantaleón, de origen románico, que conserva su espadaña y una pila bautismal decorada con motivos florales. En uno de sus contrafuertes, una inscripción nos recuerda una nevada histórica: “Año 1713, a 26 de febrero comenzó a nevar y no cesó hasta el 29 de abril. Este día 12 varas (10 metros)”. En el pueblo se mantiene en pie el antiguo fielato, oficina donde se cobraban impuestos al transporte de mercancías a través del Puerto de Piedrasluengas. También destaca la Posada Fuentes Carrionas, una casona blasonada del siglo XVII convertida en alojamiento rural, que conserva el sabor de la arquitectura tradicional.
Tras la intensa jornada, nos dirigimos hacia el Mirador de Piedrasluengas, situado en el puerto del mismo nombre, a 1.355 metros de altitud, en el límite entre Palencia y Cantabria. Este balcón natural ofrece una de las vistas más espectaculares de la comarca: los Macizos Central y Oriental de los Picos de Europa, el valle de Liébana y la silueta inconfundible de Peña Labra (2.028 m). En días despejados, el paisaje se extiende como un tapiz de montañas, bosques y nubes suspendidas. Pero también es habitual encontrar el mirador envuelto en niebla, lo que le da un aire misterioso y cambiante. Sea cual sea el clima, Piedrasluengas siempre sorprende.
Desde allí, descendimos hacia Aguilar de Campoo, villa monumental y cabecera de la comarca. Declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1966, esta localidad combina patrimonio, naturaleza y tradición. Paseamos por su Plaza Mayor porticada, admiramos la Colegiata de San Miguel, de origen románico y ampliada en estilo gótico, y visitamos el Monasterio de Santa María la Real, rehabilitado por la Fundación del mismo nombre, que hoy alberga el Centro Expositivo ROM, dedicado al románico y al territorio.
Aguilar también es conocida como el pueblo de las galletas, por su histórica industria alimentaria, y como punto de partida de la Ruta del Románico Palentino, que recorre más de 200 monumentos medievales en la provincia. En sus alrededores se encuentran joyas como la Ermita de Santa Cecilia, la Iglesia de San Andrés y el Castillo medieval, que corona la villa desde lo alto.
Con esta última parada, dimos fin a un viaje que nos llevó hace ya más de 10 años, por monasterios milenarios, paisajes de vértigo, pueblos auténticos y sabores inolvidables. La Montaña Palentina no solo se recorre: se vive, se respira y se recuerda.